Sinopsis: Historia basada en hechos reales y ambientada en las
ciudades de Zurich y Viena durante las semanas previas a la Primera Guerra
Mundial. Un psiquiatra emergente llamado Carl Jung (Michael Fassbender) empieza
una relación a tres bandas con su mentor, el gran Sigmund Freud (Viggo
Mortensen), y con una mujer tan guapa como inquietante: Sabina Spielrein (Keira
Knightley). Juntos explorarán los límites de la ambición con un trasfondo
intelectual y sexual. Y todo saltará por los aires cuando el trío acepte a un
nuevo integrante: el libertino sin escrúpulos Otto Gross (Vincent Cassel).
Crítica: La última película de David Cronenberg es fría e
impersonal, pero éste la dirige con firmeza basándose en un guión con unos diálogos donde se pone la carne en el asador, aunque
ahondando demasiado en el coloquio de personajes sobre psicoanálisis, y que ralentiza
el ritmo de la película. Además, en el tramo final, la película se pierde y no parece
saber a dónde quiere llegar.
La trama se centra demasiado
en Carl Jung y su relación con Sabina Spielrein y Sigmund Freud, cuando el
personaje más interesante es el de Spielrein, y no se ahonda demasiado en él.
Otra trama que se muestra todavía más escueta es la de Vicent Cassel, que habría
ganado mucho con un poco más de desarrollo.
Keira Knightley se ha
arriesgado con este personaje y ha salido victoriosa, logrando que la gran
evolución de su Sabina sea creíble. Michael Fassbender, por su parte, hace de
la contención su mejor arma, pero esta arma resulta ser de doble filo y su
interpretación demasiado poco apasionada. Viggo Mortensen, a pesar de que por
la publicidad parezca ser el protagonista, no lo es, y desde la segunda fila
nos ofrece un buena interpretación, pero tampoco nada destacable.
Especialmente destacados son
aspectos técnicos como la
ambientación, el vestuario, la fotografía o la banda sonora.
En definitiva, una película
que si recuerdas, sólo lo harás por Knightley, porque no destaca por nada más.
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